14 de diciembre de 2011

Informe de la expedición: 10- Desarrollo de la expedición (4)

4- Campamento base (26 de julio al 10 de agosto)

El tiempo dedicado al referido problema burocrático, no lo llegamos a considerar totalmente perdido, pues habíamos permanecido 24 horas a 3.650 metros lo que no dejaba de ser útil para la aclimatación y reducía las posibilidades de mal agudo de montaña en el campamento base. De todas formas iniciamos la subida hacia éste demasiado tarde (algo después de las 7 de la tarde hora oficial, las 5 hora local).

El Muztagh Ata desde Subax
Tras unos últimos trámites en un nuevo puesto policial que hay al inicio del camino (durante los que nos comimos la sandía que nos quedaba), finalmente comenzamos a caminar. Nos esperaban unas tres horas de camino, 10 kilómetros aproximadamente, con 700 metros de desnivel, siguiendo una fácil pista de tierra que cruza el altiplano (por la que se puede llegar al campamento en todoterreno). Caminamos con tranquilidad para no forzar el cuerpo, aunque sabíamos que se haría de noche antes de que llegáramos. La única dificultad la puso el cruce de un torrente que bajaba muy cargado por la fusión de la nieve en un día caluroso. Debimos pasar descalzos, y el agua muy fría y las piedras hacían una combinación incómoda e incluso dolorosa. Habría sido práctico haber llevado unas sandalias o zapatillas. De todas formas en ese lugar estaban haciendo una obra que al parecer es para un puente que, una vez terminado, resolverá completamente el problema.

Al final casi todos cogimos un sendero que ataja una larga curva de la pista, algo que no hizo mister Lee que iba delante con Miguelo y Alex, con lo que ellos, que iban más rápidos, acabaron llegando casi a la vez que el resto. El último trozo, con la noche ya encima y por un terreno abrupto y desconocido, fue un poco agobiante para Alicia, Berta, Rober y Miguel, que nos habíamos quedado los últimos. Finalmente llegamos al campamento y tuvimos un último problemilla para cruzar otro torrente también muy cargado de agua.

La marcha finalmente nos costó cuatro horas y llegamos al campamento base cuando ya era totalmente de noche, lo que fue bastante duro. La cena fue bastante parca (por las circunstancias, creíamos, ¡qué equivocados estábamos!), y dormimos en unas tiendas que estaban plantadas y vacías (nunca supimos en realidad de quién eran), porque no habían montado las nuestras. Habíamos llegado a destino sin incidentes graves, y aunque habíamos perdido un día, la pérdida no era completa pues ya habíamos pasado dos noches en altura.

Todo nuestro material había subido ya el día anterior mientras esperábamos en Kara Kul. Aunque hay cosas que se transportan en camello, esto parece más una opción para mantener el sabor turístico, que una necesidad. De hecho, ni al subir (porque no estábamos en la zona) ni al bajar (porque nos fuimos antes de que estuvieran preparados), vimos si nuestro equipaje se transportaba en camello o en vehículo. En todo caso parece que sólo una pequeña parte iría en los animales, pues al irnos al terminar la expedición sólo había tres camellos esperando para una carga muy superior a su capacidad de transporte.

En el campo base la infraestructura la debía facilitar la agencia china que habíamos contratado. Teníamos una tienda comedor común relativamente cómoda, amén de la cocina. Las tiendas personales (una cada dos personas) eran bastante deficientes, pequeñas y de mala calidad, de forma que varias de ellas se fueron rompiendo de distintas formas a lo largo de los días.

Las letrinas del campamento base
Había unas letrinas generales relativamente aceptables, pero un poco alejadas, al otro lado del río (por la tarde llegaba a ser difícil cruzar si había hecho calor) y en las que el concepto de intimidad brillaba por su ausencia. No teníamos ducha (otras expediciones sí tenían una tienda con ese fin) y lavarse en el río era a veces problemático, pues el “comisario” nos llamó la atención diciendo que esa agua se usaba para beber aguas abajo. Nosotros llevábamos una ducha solar que funcionó bien, aunque no hizo ningún día de verdadero calor en que pudiera usarse con tranquilidad.

El campo base es grande y en él había bastante gente (quizás más de 100 escaladores). Nos llamó la atención que más de la mitad de los expedicionarios éramos españoles.

Nuestra primera mañana en el campamento base al día siguiente de llegar (27-07), fue tranquila. Retrasando ya 24 horas el programa previsto, dedicamos el día a organizarnos, a descansar del viaje (cansancio más psicológico que físico, y desajustes horarios) y a acostumbrar el cuerpo a la altura. Ese día sólo tuvimos dolor de cabeza (eso sí, de forma generalizada), como síntoma derivado de la altitud. Nos sentíamos relativamente bien, aunque la altura se manifestaba además de causando una respiración agitada ante cualquier esfuerzo.

Lo primero que hicimos fue montar las tres tiendas que nos correspondían, dos de las cuales resultaron ser demasiado pequeñas para poder instalarnos en ellas y la única cuyo tamaño era suficiente estaba bastante deteriorada (y de hecho se rompió enseguida). Ya ese día y los siguientes estuvimos peleando con mister Lee para que nos consiguiera alguna tienda más grande y adecuada. Para la segunda noche montamos dos de las tiendas destinadas a los campamentos de altura para estar más cómodos y no fue hasta la cuarta noche que nos trajo tres tiendas más. De éstas, una era un poco más grande (aunque también destartalada), y en ella nos pusimos Alicia y Miguel, y las otras eran también pequeñas, por lo que Berta y Rober de una parte, y Alex y Miguelo de otra, se instalaron con una tienda para dormir y otra para guardar su material. De esa forma conseguimos estar aceptablemente cómodos. Por lo demás el día lo dedicamos a arreglar el material y clasificarlo.

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