Mientras yo escribo esta crónica, Alex
y Miguelo leen y Mar toma sus notas personales, todo en un ambiente
relajado. Dentro de un rato bajaremos al sitio donde hay conexión a
internet y queremos organizarnos para tomar una ducha caliente
(aunque cuestan muy caras, unos 10 euros) que ya apetece después de
8 días. El resto del día, relax y una vez hayamos consultado el
pronóstico del tiempo, largas discusiones y valoraciones sobre como
podemos organizarnos en los próximos días.
Un rato de trabajo tranquilo en el domo comedor
Lo que ya está totalmente claro es que
es muy pronto en la temporada (las primeras ascensiones con éxito se
produjeron ayer) y las condiciones no son en absoluto las que se
describen cuando se habla de las ascensiones en enero o febrero, el
verano aquí. Como consecuencia ahora el frío es muy intenso, el
tiempo inestable y hay más nieve de la que esperábamos. Por ello
hemos renunciado a subir por el Glaciar de los Polacos, como teníamos
previsto, y nos limitaremos a la vía normal, que ya nos supone un
reto suficiente.
El lunes instalamos el campamento 1 en
Plaza de Canadá, a 5.050 metros. Fue una subida relativamente cómoda
de 650 metros de desnivel con unas mochilas razonables de entre 12 y
15 kilos, que nos permitió dejar una tienda montada, con los otras
dos tiendas que vamos a necesitar, comida para tres días, gas y
material de cocina.
Montando el campamento 1 en Plza de Canadá
El tiempo, tal y como estaba pronosticado, fue muy malo. Al poco de empezar empezó a nevar y soplaba bastante viento, pero cuando llegamos al emplazamiento previsto aquello fue a más y montamos la tienda en medio de un intenso temporal. Durante la bajada conocimos el célebre “viento blanco” del Aconcagua, un vendaval fortísimo que arrastra un gran cantidad de nieve, que no llega apenas a acumularse salvo en sitios resguardados, que deja la visibilidad reducida a un par de metros y en el que es fácil perder la orientación. Afortunadamente estábamos relativamente bajos y no tuvimos muchos problemas para encontrar la ruta (sólo hubo un momento de duda para encontrar la canal que permite llegar al campamento base). La verdad es que nos lo pasamos muy bien y disfrutamos de una experiencia “extrema” teniendo todo perfectamente controlado.
Aspecto después de llegar al campamento base en medio de la nevada
Al día siguiente el tiempo estaba algo mejor, aunque aún hacía viento y estaba nublado. A media mañana nos pusimos en marcha para dormir en el campamento instalado el día anterior. Llevábamos todo el material necesario para pasar la noche y cosas que necesitaríamos para la posterior subida a la cumbre, con lo que íbamos bastante más cargados. Aun así subimos bien y sobre las 4 de la tarde estábamos nuevamente en Plaza Canadá. Montamos la segunda tienda y nos pusimos a las labores de fundir nieve para ir preparando bebida y la cena. Hacía frío y soplaba viento, por lo que tuvimos que hacerlo todo dentro de la tienda, con lo que nos costó bastante organizarnos y resultó bastante incómodo. Además algunos acusábamos la altura y teníamos dolor de cabeza y cierto malestar general. Finalmente nos fuimos “a dormir” y comenzó una noche muy dura (algunos dijeron por la mañana que había sido la peor de sus vidas). En el momento de acostarnos, el atardecer era espléndido, con el sol nuevamente iluminando la montaña al caer por debajo del manto de nubes, pero era imposible disfrutarlo, pues la temperatura ya había caído a 17 grados bajo cero y el fuerte viento hacía la sensación insoportable (al menos sería equivalente a 30 bajo cero). Luego dentro de la tienda todo se congeló y llegué a ver en el termómetro 18 grados bajo cero. El agua y los aparatos electrónicos tuvimos que meterlos dentro de los sacos y los medicamentos (gotas nasales o nebulizadores) quedaron inutilizados.
Puesta del sol desde la puerta de la tienda en Plaza de Canadá
Subimos con calma hasta Nido de
Cóndores, con malestar por la altura y fatiga por la hipoxia, pero
notándonos fuertes. Allí encontramos un puesto de la patrulla de
montaña argentina y Mar decidió quedarse con ellos porque notaba
frío en los pies mientras Alex, Miguelo y yo explorábamos hasta
Berlín. Casi sin darnos cuenta nos plantamos muy cerca de los seis
mil metros, y comprobamos que los “refugios” no es que sean
precarios, es que son absolutamente inutilizables, pues están
abandonados, sin puerta y completamente llenos de nieve congelada.
Tras recoger a Mar y charlar un rato con los guardaparques (así nos
enteramos que ese mismo día dos argentinos, un americano, una sueca
y un checo habían alcanzado la cumbre, siendo los primeros que lo
lograban en la temporada), seguimos bajando rápidamente hasta
nuestras tiendas en Plaza Canadá y luego hasta aquí en Plaza de
Mulas.
Hemos disfrutado de espléndidas vistas
de los Andes, tanto hacia el norte con el Cerro Mercedario (4ª
cumbre de América), como hacia el sur, con el Juncal. La imagen que
yo tenía del Aconcagua como una cumbre aislada con escasos valores
paisajísticos se ha demostrado que es absolutamente errónea, y
aunque en la vía normal no haya glaciares o grandes paredes, tiene
un entorno cuajado de ese tipo de formaciones, y “La Cordillera”
se despliega con todo su esplendor.
Hoy estamos de merecido descanso,
aunque algunos han pasado algo de frío esta noche, a pesar que la
temperatura ha sido mucho menos baja, porque los sacos buenos están
en el campamento de altura. Y a partir de ahora la idea que toma más
cuerpo es que, contando con que queremos reducir las noches en altura
por las extremas condiciones de temperatura reinantes (en sitios como
Berlín las temperaturas previstas se encuentran entre 20 y 30 bajo
cero), y que nos notamos bastante fuertes, lo que hagamos sea subir
con sólo dos campamentos (en vez de los tres previstos), haciendo de
una tirada el ataque a cumbre desde Nido de Cóndores, lo que supone
1.400 metros y unas 10-12 horas. Una jornada muy dura, pero instalar
un campamento en Berlín supone aumentar considerablemente los
porteos, lo que significa un gran desgaste. De todas formas
seguiremos dándole vueltas y ya veremos que plan hacemos finalmente,
pues muchas veces cambiamos de idea varias veces al día.
Tenemos que consultar el parte
meteorológico, pero parece que entre el lunes y el martes está
prevista una ventana de buen tiempo. En ese caso probablemente mañana
subiremos al cerro Bonete (que finalmente no subimos el lunes pasado)
para seguir trabajando la aclimatación y la puesta en forma, y el
sábado o domingo iniciaríamos el ataque: sábado a Canadá, domingo
a Cóndores, lunes cumbre y regreso a Cóndores y martes regreso a
campamento base. Aun así dispondríamos todavía de tres días de
reserva.
Un saludo desde los Andes. Seguiremos
informando.
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