21 de octubre de 2014

La Ultra Trail Guara Somontano a los 55

La siete de la mañana.


Aún es de noche. En la plaza de Alquézar hay una actividad inusitada. Acabo de despedirme de Miguelo, Alex y Gaby que me han acompañado hasta aquí desde el camping, y acabo de entrar en el "corralito" previo a la salida, después de haber pasado el control del chip. Estoy rodeado de un montón de gente con aspecto curtido, delgados y fibrosos, con olor a reflex, y equipados con un material "técnico" que hasta hace muy poco me era totalmente desconocido. Por los altavoces siguen anunciando la inminente salida y acaba de hablar el alcalde de Alquézar para darnos la bienvenida y desearnos suerte.



Aunque hace algo de fresco, la apretada compañía de otros corredores y los nervios hacen que no lo note... El madrugón, el intento de tomar un desayuno aceptable (apenas he conseguido tomar un poco de leche y un trozo de "tarta energética", como hace Kilian Jornet), el proceso de equiparme, y luego coger la mochila que ya preparé ayer y venir hasta aquí, despedirme y pasar el control. Todo queda atrás. Ha llegado el momento. Tantos meses de preparación y de darle vueltas llegan a su final. Sigue dando miedo pensar en lo que viene a partir de ahora. No creo que esté corriendo ningún riesgo, como me dicen algunos, sé que puedo controlar el esfuerzo y que conozco mis sensaciones para saber interpretarlas.
Ya no pienso en los tiempos de paso por los controles, y apenas me planteo a qué hora volveré a esta plaza, y si lo haré corriendo (andando) o de otra forma. Aunque sigue dándome vueltas la idea de que manteniendo un ritmo mínimo, como los que ya he conseguido en otras carreras, podría llegar mucho antes del cierre de control mañana a las 8, lo que tengo en todo momento en mente es que tengo que economizar fuerzas, que tengo que regular al máximo, que esa es la única forma de que pueda pensar en terminar... Y que eso no es el requisito para llegar con fuerza a la meta, sino simplemente para llegar, aunque sea de cualquier modo.
La cuenta atrás, con unos segundos de vacilación entre llegar al cero y la salida del cohete, y a empezar trotando lentamente por las calles del pueblo. Me adelantan casi todos, pero me da igual, en la semioscuridad de las callejuelas sólo recibo el sonido que me rodea, la música de El Ultimo Mohicano, los gritos de la gente que animan ("¿dónde vais, locos?" grita alguien medio en broma), y las campanas tocando arrebato. El ambiente me producen un cierto nudo en la garganta. Y tras unos minutos, al oscuridad de la montaña, la larga fila de luces a lo largo de la senda y el pequeño círculo de luz en el suelo que deja mi frontal.


Las nueve

Estoy llegano a las pasarelas del Vero. Hasta ahora todo va bien. Me he sentido bastante a gusto, yendo lento, pero avanzando. Voy a tardar bastante más en este tramo que el año pasado, pero me mantengo en ritmo. Continuamente me adelanta gente de la Long que han salido media hora más tarde (ha sido alucinante lo poco que han tardado en alcanzarme los primeros, ¡llevaba menos de una hora!), y de la Trail, que lo han hecho 45 minutos después. Queda ya muy poca gente con el dorsal rojo de la Ultra a mi alrededor. Progreso por las pasarelas bastante despacio, aprovechando para filmar un poco de vídeo y dejo pasar a cualquiera que me alcanza. ¡Que entorno más magnífico! ¡Es tan fácil mantenerse en movimiento en un paisaje así!

Alguien más viene por detrás. ¿Que dice? Que no me agobie, enseguida le dejo pasar. ¡Caramba! Es Miguelo que ya me ha alcanzado. ¡Que bruto! Me ha sacado 45 minutos en apenas 12 kilómetros. Va muy bien, disfrutando a tope ("estoy flipando con el recorrido"). Le dejo pasar y se va a toda velocidad hacia el pueblo por las escaleras del barranco.

Las once cuarenta y cinco


La Viña. Lo que me costó llegar hasta aquí el año pasado, cuando me dijeron que desde Sevil había 6 o 7 kilómetros, y luego había 11 y a la hora de más calor me quedé sin agua. Hace un poco que me ha adelantado el chico que ha cogido el jamón y el tutu de bailarina en Alquézar y que va a hacer este trozo cargado con él, y así se lo quedará como premio.
A partir de aquí el panorama va a cambiar. Terreno que no conozco, y además probablemente me voy a quedar solo, pues casi todos los que andan por aquí llevan el dorsal verde de la Trail, o incluso alguno con el azul de la Long, que llevan 13 kilómetros más recorridos. Y todos ellos se irán a la izquierda, ya de camino a la meta, en sus últimos 10 kilómetros. Y a mi me quedan aún 76, ¡se dice pronto!

Hasta Las Almunias hay 8 kilómetros y sobre el papel parecen bastante fáciles, sin mucho desnivel y siguiendo el Camino Natural del Somontano, relativamente cómodo, hasta entrar en la parte baja del cañón del Balces, y a cruzar el Isuala en el Tranco de las Olas, el punto donde hace unos años Berta y yo terminamos el descenso de los Oscuros, ¡que magnífica jornada fue aquella!
Y desde allí la subida más larga del recorrido, ¡más de 1000 metros de tirón!. Tengo que regular, regular, economizar...

Las tres y media de la tarde


Por fin, allá bajo está Rodellar. Se ha hecho larga esta subida desde el Tranco de las Olas. Mil metros de desnivel, la pista a pleno sol, y tan solo. En casi 18 kilómetros sólo he visto (y adelantado) a otros dos corredores, uno a poco de salir de Viña, y el otro un poco por encima del control del collado de las Almunias. Y he pasado dos crisis de sueño, al salir de Viña y durante la subida hace un rato. Supongo que es he dormido poco esta noche. Espero que no signifiquen nada, y que no sea que el cuerpo se queja ya del esfuerzo y que no va a poder aguantar hasta el final. Sólo es un poco de somnolencia, no debe significar ningún problema...
Y luego ese trozo por la parte alta de la sierra de Balcés. Parecía que no llegaría nunca el momento de bajar, aunque el paisaje era espléndido. Al empezar la bajada he oído y visto un poco por delante a un grupo de 2 ó 3, pero van a la misma marcha y no parece que me acerque a ellos. no es mi objetivo, no vengo a ganar a nadie.
¡Por fin ahí delante Rodellar! El kilómetro 43, ya más de un maratón, a ver si llego en menos de 9 horas. Allí tengo que parar más. Tengo que esforzarme en comer y beber, en los avituallamientos anteriores lo he hecho poco y eso no es bueno. Es importante tomar algo aunque me cueste. Es curioso que a ratos tengo sensación de hambre que controlo bien con algún gel, y que luego al llegar al avituallamiento me cueste tanto comer. También tengo que llamar a Alquézar, a ver cómo les ha ido. Ya deban haber terminado todos, y así les digo cómo voy.
Aquí en este pueblo hay más ambiente, se oye música de la megafonía y hay bastante gente en el control. Otra etapa...

Las siete de la tarde

Fantástico el cañón del Mascún. La formaciones rocosas, la Cuca de Bellostas y las paredes anaranjadas a la luz del sol poniente. Se me acaba el día y me parece que he avanzado menos de lo que esperaba. No me acuerdo si había calculado que se me haría de noche llegando a Letosa o a Las Bellostas. Bueno, da igual, en Letosa llevaré 58 kilómetros y la cosa ya será más llevadera. Hasta el terreno conocido en Sevil sólo quedarán algo más de 20 kilómetros y de allí a la meta será todo más fácil.
 
Antes ha habido un momento con cobertura y han entrado varios mensajes, pero no he podido hablar con Miguelo cuando ha intentado llamarme porque se cortaba. Supongo que les habrán llegado los mensajes de cuando he pasado por Rodellar. Al menos sé que ya han ido terminando todos y sólo falta Fernando, pero que le quedaba poco. Supongo que estarán contentos, han alcanzado el final. Para Alicia y Marian es importante.
En este trozo he visto más corredores, varios que han salido de Rodellar conmigo, el francés que se encontraba mal en la primera subida y que se iba a retirar, el chico que se iba para casa al principio del Mascún, esa pareja que me ha adelantado saliendo del cañón, y los dos chicos de ahí delante que me adelantan en las subidas, pero que paran constantemente y entonces los adelanto yo a ellos. Es bueno ver gente y poder tener ciertas referencias.
Según  el perfil ya no puede faltar mucho. Parece que aún voy a llegar de día, así en el control sacaré el frontal... Después de esta bajada tengo que llegar ya, en aquellas casas de allí delante. El caso es que los ciclistas que me he cruzado en el Mascún me han dicho que antes pasaría por Otín y que allí hay agua, pero no lo he visto. Espero que no sea que esto no es Letosa y que sólo es Otín...
Las casas en ruinas e invadidas por la maleza. ¡Que pena! Ahí está el control, dos forestales del parque con agua... "¿Esto es Letosa? ¡No, es Otín! ¿Y hasta Letosa?".
Cuatro kilómetros aún...

Las ocho de la tarde

En Otín han dicho era subir a la montaña de detrás del pueblo y luego bajar a Letosa, pero este camino no parece querer bajar. 
Que pasada es esto. Que grande, el agujero del abismo del Mascún a la derecha, y el camino sigue por esa pequeña plataforma. Porque está claramente señalizado, porque si no pensaría que no habrá paso. Ahí delante va la pareja que me ha adelantado antes, se ve su luz roja. Pero esta senda no puede bajar, ahí sólo está el precipicio. Tiene que ser más allá, quizás en esa especie de collado. ¡¿Dónde está ese puñetero pueblo?!
¿Y si saco el frontal? No, aún se ve algo y no tengo ganas de parar aquí. Seguir... salir de este sitio... cuanto antes... Es precioso, ¡qué pasada! pero en este momento me da igual, sólo quiero llegar al pueblo. ¿Y si me fuera a dormir al camping? Son más de las ocho, ¿llegaría aún a cenar en Casa Gervasio con todos? Celebraríamos que todos han terminado, yo no, pero ¿qué más da? Pero no me dará tiempo a llegar, esto está muy lejos y la evacuación tardará mucho. Pero podría dormir en la cama... ¡Queda tanto! 44 kilómetros. Pero hasta el cierre de control quedan... 12 horas. ¿A que ritmo puedo ir? No sé, pero son menos de 4 kilómetros por hora, se puede, pero ¡son muchas horas!
Parece que sí que salgo ya del desfiladero. Será por esa ladera de ahí.
El bosque, que oscuro está bajo los árboles, pero no puede faltar mucho, ya sacaré el frontal... Y por detrás se acercan los dos chicos que se han parado en Otín.
El dolor del tobillo que tenía en Viña se me ha olvidado por completo, y se ha pasado. ¡Qué cosas! Y el del hombro prácticamente también. La uña con la que le he dado la patada a la piedra sí que molesta, pero será cuestión de no hacerle caso, se pondrá morada como las otras veces. Y la irritación del culo... No pensarlo...
Ahí delante hay una luz, y se oyen voces. "Hola. ¿Como va?" Letosa, por fín...
Los chicos que me han alcanzado quieren retirarse, pero resulta que aquí no se puede, no hay acceso en coche y tendrán que llegar a Las Bellostas, 7 kilómetros más. Así que yo ni me lo planteo.
Me acerco a la pareja, que han llegado un poco antes y que están comiendo y abrigándose,"Hola, ¿os importa que vaya con vosotros? Es por no ir solo... ahora con la noche... Vale, pues cuando queráis".

Las diez y media de la noche

Tenemos que ir ligeros. Aquí en las Bellostas la hora límite de salida es las once, pero hasta Pedro Buil hay 10 kilómetros y más de 600 metros de subida, al menos dos horas y media, y el límite allí es la una de la madrugada. Vendrá justo.
En el control había varios corredores más, pero no sé si saldrán, no estaban muy convencidos. Voy con Eva y Martín desde Letosa. Son de Madrid. Y ahora se nos ha unido otro chico, que no sé como se llama. Ellos se conocían de haberse visto antes en el camino. Antes de llegar a Las Bellostas aún hemos corrido un rato cuesta abajo, pero ahora el camino pica continuamente hacia arriba y aunque intentamos ir ligeros no está la fiesta para correr. Y pasado el kilómetro 65, cada paso que doy es la distancia más larga que he recorrido nunca.


Allá atrás hay unas luces. Serán las escobas que han dicho que saldrían del control a las once. Van rápido y nos alcanzarán pronto.
Efectivamente son las escobas. Al final se han retirado todos los que estaban en el avituallamiento. Ya somos clara y definitivamente los últimos. Dicen que espabilemos o no llegaremos a tiempo a Pedro Buil.
Alicia. Por fin entra una llamada. "Hola. Todo bien. Avanzando, por el kilómetro 70, más o menos. No voy mal, cansado pero creo que llegaré, aunque supongo que será bastante justo, entre las siete y las ocho. Que Miguelo y Alex vendrán a buscarme, vale, cuando pase por Radiquero les mandaré un mensaje para que calculen a qué hora puedo estar en la meta. Más o menos una hora en ese trozo. ¿Tu estás bien? ¿Has terminado bien? Ya me cuentas. ¿La cena bien? Muy bien, me alegro. Ale, a descansar. Yo voy bien, no te preocupes. Besitos".
¿Y esa luz es el control? Aún está lejos. Y queda sólo media hora. Hay que darse prisa. El otro chico está bastante por delante y Martín ha acelerado. Querrá llegar antes del cierre por si hace falta forzar la cosa si Eva se retrasa. ¡Más rápido! Troto un poco, cuesta, pero así avanzo más. El control ya, al final ha sobrado un cuarto de hora. Aquí están todos contentos de poder echar ya el cierre e irse a casa. Llevan ya muchas horas de plantón en medio del monte...
Dicen que hasta el Mesón de Sévil es más o menos llaneando y luego, eso ya lo sé, prácticamente todo de bajada. Tenemos 7 horas para 26 kilómetros, no debe haber problemas.
¡Ya queda menos! Parece que esto está hecho. Pero hay que seguir...

Las siete de la mañana

Radiquero así mismo se queda atrás. La bajada desde Sévil hasta Viña también se ha hecho larga, todo se hace largo a estas alturas, y aunque que haya 14 kilómetros, lo único que pesa al salir del control es que llevas 83, y 19 hasta la meta ya no es nada. El trozo desde Viña no ha coincidido con lo que recordaba del año pasado. Será la diferencia entre hacerlo con luz y en la oscuridad.
Los chicos del control también tenían ganas de cerrar y terminar. Deben estar allí desde poco más de las diez de la mañana, un montón de horas. Apenas les quedaban cosas para darnos, pero me ha dado igual, no me apetece comer... y voy a llegar de todas formas.
Ahora la subida de la pista y Alquézar. El año pasado me costó bastante, aunque también hacía mucho calor. Eva, Martín y sobre todo el otro chico (sigo sin saber cómo se llama, tengo que preguntárselo), se están yendo por delante. Pero tengo que regular y tomármelo con calma, sólo es cuestión de tiempo y no voy a tener problemas con el cierre de meta.
Los chicos del control, que se han quedado conmigo, dicen que ahí arriba, en la línea eléctrica se termina la subida. Ha sido menos de lo que temía. "Cuidado, por la derecha" Ya no miro ni el camino. Bajada, Eva y Martín echan a correr, que tíos, yo no. No me apetece y al fin y al cabo da igual. Si se van delante, yo ya llegaré. 

Ahora un poco de niebla, pero no hay problema. La ermita y ¡las luces del pueblo! Abajo, pero no mucho. El chico del control dice que él acompaña todos los años a los últimos y que le gusta animarles para que el trozo dentro del pueblo lo hagan corriendo. No te preocupes, lo haremos así, es cuesta bajo y apetece entrar corriendo, aunque sea por "dar imagen".
Eva, Martín y Jose Ramón (se llama así) me están esperando a la entrada del pueblo, ¡qué grandes! Después de casi 12 horas juntos han esperado para completarlo en grupo... La curva a la izquierda para entrar en la recta de meta. Aquí está la mujer de Jose Ramón esperándole. El Ultimo Mohicano... el espiker dice "hace horas que llegaron los más rápidos, ahora llegan lo más fuertes". No sé que dice de Nueva Zelanda... Le doy la mano a Eva para cruzar...
Están Miguelo y Alex, y Marian, María, Fernando, Gaby y Manolo. Me dicen que pase el chip, se me ha olvidado por completo, ¡qué más me da a estas alturas! Ellos, la mujer de Jose Ramón, y los que quedan por la meta de la organización, y quizás algún que otro espectador madrugador, aplauden largamente. Es difícil digerir todas las sensaciones, aunque me controlo con más facilidad de lo que esperaba, ¡no quedan fuerzas ni para emocinarse! Dicen que desde Nueva Zelanda Berta y Rober nos están viendo por Internet, les digo hola, pero no es fácil saber exactamente lo que pasa, todo es un poco confuso.
Miguelo me acerca un móvil, dice que es un mensaje de voz de Berta: "Papa, un besito muy fuerte. Al final la cámara WEB ha fallado un poco y no se estaba acabando de ver, pero bueno, ha molado la intensidad, estamos por aqui mirando mi ordenador y pidiéndoles a los de la organización que pusieran la cámara WEB que en Nueva Zelanda los queríamos ver. Así que nada, ahora a dormir. Un besito"

 










Y como final una cerveza y un plato de macarrones, ¿para desayunar? ¿o cenar? Quien sabe, pero poco a poco va entrando.
Aquí estamos...

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