21 de agosto de 2011

CRONICA DEL 20 DE AGOSTO DE 2011

¡HOLA!

Esta va a ser por el momento nuestra última crónica. Hemos llegado al final después de 4 semanas durante las que, gracias a Javier y Pilar y con el auxilio de la tecnología que nos permitía enviaros mensajes desde lugares tan lejanos y abruptos, habéis recibido puntual información de dónde, cómo y haciendo qué estábamos.

Ayer por la tarde llegamos a casa. El viaje ha terminado. El regreso ha sido pesado pero tranquilo. Todos los vuelos han ido bien y no hemos tenido ni problemas para coger los enlaces, ni incidencias con los billetes, ni nada que reseñar con los equipajes. Y así, el 19 de agosto, procedentes de Pekín, vía Budapest, nos reunimos con nuestros 12 petates en el aeropuerto de Barajas. Desde allí, en la furgoneta de Berta que nos había esperado todo este tiempo en el aparcamiento de larga estancia de Madrid, volvimos a Valencia. Aún hicimos una parada en un bar de carretera para ponernos ciegos de tortilla de patata, migas, huevos fritos, croquetas, calamares, patatas fritas y ¡pan!

Queremos en primer lugar daros a todos las gracias por vuestro interés, por vuestro apoyo y vuestro cariño. Tened por seguro que allí se notaba. Cuando mandábamos un mensaje, cuando íbamos a informaros de cómo iban las cosas, el pensar que estabais esperando noticias nuestras nos suponía un acicate para esforzarnos, para valorar las situaciones con prudencia y para dedicaros de alguna forma nuestra progresión. Sabemos que muchos habéis tenido cierta preocupación sobre cómo nos iban las cosas, y que conocer que habíamos conseguido nuestros objetivos y que habíamos regresado sin problemas ha sido un motivo de alegría y alivio. Tened por seguro que somos conscientes de todo ello y que siempre lo hemos tenido en cuenta. Esperamos que vosotros comprendáis un poquito lo que significa para nosotros haber vivido todo esto y haber llevado a buen puerto una experiencia tan extraordinaria.

Quedan muchas cosas por hacer para cerrar definitivamente este capítulo de nuestras vidas. Lo más inmediato, aunque bastante secundario, es recoger, reparar y guardar todo el material, hacer cuentas, recuperar alguno de los kilos perdidos (especialmente Rober, Miguelo y Alex que han perdido de 4 a 7 kilos, pues Berta, Alicia y yo apenas hemos variado), y estabilizar nuestros horarios, especialmente los que dentro de unas horas tenemos que volver a trabajar. Luego vendrá el terminar los distintos cuadernos de notas que algunos hemos ido haciendo durante estos días, arreglar las fotos en álbumes y presentaciones, e ir viendo y abrazándonos con la familia y los amigos. Poco a poco vendrán las valoraciones maduradas de la experiencia.

No cabe duda de que aquí termina una etapa. La preparación de la expedición ha supuesto la sistematización y la publicidad de lo que venía siendo desde hace muchos años una actividad, y que ahora se ha convertido en “un proyecto”: CUMBRES EN FAMILIA. El año que viene se abren muchas incógnitas: Alex se entregará para bastante tiempo a la preparación de oposiciones; Miguelo abrirá su etapa en Barcelona que ojalá le lleve a la verdadera profesionalidad en su pasión por la música (y a la vez quizás inicie una profesión en el deporte de la montaña); Rober, ya ingeniero, deberá dejar de ser estudiante y supongo que empezará a ser un trabajador; y Berta terminará su master en psicología deportiva y también deberá seguir adelante en su vida (y ambos tarde o temprano iniciarán nuevas etapas de independencia). Y mientras tanto Alicia, si todo va bien, seguirá recorriendo la A3 durante mucho tiempo camino de Requena, y yo espero que pronto sabré algo más sobre las posibilidades de mi futuro profesional, y podré tomar decisiones sobre a qué doy prioridad.

En lo que nos ha pasado hay muchas facetas a valorar y no hay que precipitarse para llegar a conclusiones. Organizativamente hemos disfrutado, y creo que hemos conseguido un éxito: suministros de material y alimentos han llegado a donde hacían falta, el proceso de aclimatación ha sido aceptable con un estado de salud bueno y el material ha funcionado a la perfección para lo que fue elegido. Todo ello nos ha permitido culminar con un éxito que si no total (todos lamentamos que Berta y Alicia no hayan podido subir), sí que ha sido grande. La expedición es un todo y cuatro en la cumbre no puede merecer otro nombre que éxito.

La actividad en si misma es tan distinta a todo lo que habíamos hecho hasta ahora que sólo el tiempo le dará su justo valor. Está claro que hay otras facetas del montañismo que nos pueden satisfacer más, y que permanecer tanto tiempo y dedicar tanto esfuerzo a un espacio tan reducido no es algo que vayamos a hacer con frecuencia, pero sin duda tiene muchas cosas de interés y, al menos alguno, es probable que repitamos algún día.

Por último, en una faceta básica como es la convivencia (a la montaña no vamos en solitario y por ello los otros son absolutamente fundamentales), la valoración creo que es muy positiva. Por una parte hemos conocido y establecido lo que parece una magnífica relación con personas a las que nos une la misma pasión y con las que hemos conectado muy bien: Montse, Coque, Alfonso, Bosco, Quim, Jaume, Pep...


Por otro lado, entre nosotros, en la familia, con las lógicas dificultades que se suman a las siempre existentes en las relaciones humanas y que derivan de nuestra relación de parentesco, mantenemos una aceptable capacidad de convivencia. Los jóvenes entre sí tienen sus preferencias, sus altibajos, sus conflictos, pero en general son capaces de trabajar juntos y de pelear por un objetivo común. Los padres tenemos problemas para relacionarnos con ellos, porque ya no son niños a los que educar, porque ya no hay que hacer las cosas desde un mero punto de vista de dirección y liderazgo, sino desde una capacidad de diálogo y de corresponsabilidad. Repito, es difícil...

Seguirá habiendo montaña en nuestras vidas. Y seguiremos haciendo cosas juntos. El tiempo dirá si hay más proyectos comunes a la totalidad del grupo o si en el Muztagh Ata, además de la máxima altura y la mayor dificultad organizativa y física, hemos alcanzado la culminación de nuestro proyecto.

Una vez más, gracias por estar ahí. Un abrazo muy fuerte de todos y en especial mío.

Miguel

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